A partir de 2018 la Inspección Técnica de Vehículos (ITV) implantará una serie de nuevas medidas para la valoración de los vehículos que deban someterse a esta inspección, haciéndola además mucho más estricta que en la actualidad.

En primer lugar, se controlarán las emisiones de óxido de nitrógeno emitidas por nuestros coches, ya que los procesos de homologación actuales han demostrado bastantes debilidades. Esto se ha visto además acentuado por el escándalo del dieselgate que salpicó al Grupo Volkswagen y del que ya os mantuvimos informados en nuestro blog.

Además, comenzará a controlarse el vaciado de los filtros de partículas o la manipulación de las válvulas EGR, ya que son sistemas de control delicados y con mantenimiento caro. Por este motivo, algunos conductores las anulan para evitar esos problemas y mejorar las prestaciones de sus vehículos, pero contaminan más.

Otro aspecto que se modificará será la revisión de los sistemas de seguridad. Actualmente se comprueba el buen funcionamiento de frenos o cinturones de seguridad, pero existen otros sistemas de ayuda a la conducción que no se controlan, como por ejemplo el ESP, airbags o los pretensores de los cinturones.

El problema para controlar estos sistemas es que solamente puede hacerse desde la centralita del coche, lo que implica que el fabricante permita el acceso, pero hoy en día se cobra por ello, hecho denunciado desde Aeca-ITV. Estas comprobaciones implican la incorporación en las estaciones de ITV de medios de información electrónica, pero el acceso a estos datos podría encarecer las tasas de la ITV. La duda es si este incremento de costes se trasladaría al usuario.

Lo que sí es un hecho es que a día de hoy existe tecnología suficiente para hacer un control más exhaustivo de las emisiones contaminantes y para detectar de manera eficaz los fraudes en forma de manipulaciones ilegales.